Capítulos 21 al 23

21 – Mosaico de culturas y religiones - Inesperados olores 

En los momentos de mayor afluencia de pasajeros el hall de la aerolínea era un crisol de nacionalidades, culturas y religiones.
En muchas oportunidades coincidían en la sala de espera de la oficina mochileros en jeans y t-shirts, ejecutivos Brasileños, turistas japoneses, rabinos, yuppies norteamericanos, rastas jamaiquinos, mormones de Utah y Uruguayos perdidos buscando la oficina de Buquebús.
Mis hojas fueron “tocadas” por una amplia variedad de religiones: Judaísmo, Cristianismo, Budismo, Hinduísmo, Candomblé, Umbandismo, Macumba, Testigos de Jehová, Vudú, Catolicismo, Luteranos, Protestantes, Islam, Mormonismo, y muchos ismos más …
De cada pasajero escuché y aprendí algo. Todos tenían algo que dar, algo que ofrecer de su cultura, hasta aquellos que no creían en nada …
Todos dejaron algo:
- Eran frecuentes las visitas de Rabinos que supervisaban la faena kosher en frigoríficos locales. A pesar de que era la temporada estival ellos lucían abrigados sobretodos y sombreros. Ellos nos ofrecieron su aroma: nos dejaron su insoportable “olor a pata” (cuando se sentaban frente a los escritorios tenían por costumbre sacarse los zapatos y apoyar sus pies descalzos sobre la moquete). Como contrapartida eran muy agradecidos y a la funcionaria que los atendía frecuentemente le traían presentes (cajas de bombones Bacci, latas de almendras bañadas con chocolate Cadbury, sets de productos del Mar Muerto, etc.)
- En una ocasión por motivo de un inconveniente con su equipaje nos visitó el Arzobispo de Nigeria y afortunadamente no traía olor a selva. Como agradecimiento a la solución que se le proporcionó a su problema, en su siguiente visita nos dejó un rosario personalmente bendecido por el Papa Juan Pablo II.
- Los mochileros europeos que llegaban para reconfirmar sus vuelos de retorno, con sus aromas nos hacían saber que los “Hostel” Uruguayos no tenían duchas. Ellos nos dejaron un recuerdo olfativo imborrable, difícil de eliminar de la oficina ..
A este mosaico de personalidades y culturas, se le sumaban las anécdotas de viaje que cada uno de los funcionarios traían cuando volvían de sus vacaciones (muchos de sus viajes eran a destinos exóticos con culturas totalmente diferentes a la nuestra).
Todos aportaron algo a la formación de nuevas ideas en mi, y a reforzar otras que yo había elaborado ….
Noté que la mayoría de las religiones coincidían que el cuerpo físico era un simple envase,  o contenedor para el soporte del alma. Yo ya manejaba una idea similar, y que ahora fuera reforzado por las creencias de otras religiones me sería especialmente útil en el futuro.

22 – Atenciones que van y vienen ...

La aerolínea tenía por costumbre tener atenciones tanto con los Directores como con los grandes vendedores de las agencias de viajes y cargas, en el día de sus onomásticos.
Estas atenciones solían ser corbatas, pañuelos de seda italianos para las mujeres.

En otras ocasiones menos importantes (habitualmente en Diciembre), se les obsequiaba material promocional de la empresa: paraguas, bolsos de viaje, riñoneras, porta trajes, agendas, lapiceras, etc.

También los funcionarios de la aerolínea recibían atenciones de parte de las agencias de viajes como agradecimiento a favores realizados para la concreción de determinado negocio (confirmación de un grupo o de un lugar en lista de espera del vuelo con sobreventa, emisión de billetes fuera del horario, etc.)    
Frecuentemente llegaban cadetes a la oficina acarreando bandejas de sandwiches y masas, refrescos y botellas de whisky, bizcochos calentitos y medialunas glaseadas.
También eran más que bienvenidos los postres Chajá que llegaban directamente desde Paysandú y además, en el “rubro dulces”, Verónica Feldman prácticamente era recibida con aplausos cuando llegaba con sus deliciosos postres.

Quizás la atención menos esperada y fuera de lo común fue la que trajo a la oficina un gestor de una agencia marítima.
Luego de varios favores especiales realizados a Guillermo para que pudiera concretar la renovación de la tripulación de un barco, se presentó en la oficina con una bolsa negra grande (de las gigantes utilizadas en los edificios para los residuos) con muchos kilos de pez espada y atún congelados.
Caricaturesca la imagen del gestor entrando a la oficina arrastrando aquella inmensa bolsa de basura, la cual se notaba desde lejos que venía goteando …
Toda una anécdota en sí fue como hicieron los funcionarios para repartirse el congelado botín sin contar con los elementos necesarios para ello.
Como corolario, al final del día en reunión especial, los funcionarios decidieron de común acuerdo  no realizar ningún tipo de favor a funeraria alguna.

23 – Mi primer gran herida

Con el correr del tiempo me di cuenta que cuanto más observaba a la gente menos la entendía, y nunca supe que esperar de las personas cuando se aproximaban a mí.
Muchos de los que veía caminando muy confiados y seguros de sí mismos una vez que se “plantaban” frente a mí se congelaban y comenzaban a dudar, sin saber que hacer …
De quienes no esperaba un ingreso normal (por verlos caminar con gran dificultad) me llevaba la sorpresa de que hacían girar mis hojas con mucha naturalidad, y como comenté anteriormente a veces de quienes más esperaba recibía una decepción.
Debí acostumbrarme a todo tipo de tratos: desde el más suave y gentil, hasta el más tosco y turbulento …
Le temía especialmente a los días lluviosos, pero lo que me deparaba ese día soleado jamás lo hubiera podido imaginar.

Algún mecanismo de defensa no me permite recordar los hechos detalladamente o con precisión. Sinceramente ni siquiera recuerdo con claridad el rostro de mi agresora.
Solo puedo decir que entró con pasos más acelerados que el resto de las personas que habían usado mi servicio ese día.
Sé que la punta de sus zapatos golpearon la parte inferior de una de mis hojas mientras que sus dedos sujetaban con firmeza el apoyamanos de la misma.
Estando yo imposibilitada de avanzar/girar, debido a la fuerza del golpe mi hoja comenzó a vibrar ….y todo fue cuestión de un segundo.
Booooom! El estruendo de la explosión hizo literalmente saltar a todos de sus sillas en la oficina. Más de uno se llevó la mano al pecho y otros instintivamente llevaron las manos hacia su cara en un intento de protegerse de la desconocida amenaza.
La señora que provocó todo esto se quedó inmóvil en el lugar, sujetando en el aire y con firmeza el apoyamanos …
El apoyamanos era lo único que quedaba intacto de mi hoja, ya que el resto se encontraba desperdigado en un radio de 3 o 4 metros.
Me encontraba gravemente herida. Mi hoja debido a la vibración había explotado en miles de minúsculas partes que cayeron copiosamente, como lluvia tropical, sobre la culpable.
El dolor que sentía era enorme, inexplicable.
La explosión momentáneamente me había dejado sorda y además también había afectado mi visión. Observaba los acontecimientos como desde atrás de una cortina de voile, y tenía la sensación de que todo sucedía en cámara lenta.
Varios funcionarios se acercaron y pensé que venían en mi auxilio …
Increíblemente se aproximaron a atender a la victimaria!! Qué era aquello? Ella era la culpable y a mí que era la víctima me ignoraban! (puedo asegurar que yo no la había lastimado a la agresora de ninguna manera)
A la señora la llevaron a tomar asiento junto a uno de los escritorios de la Ticket Office, y mientras la tranquilizaban un funcionario se disponía a llamar a una empresa de emergencia médica móvil. La señora se quedó allí sentada, siempre sin soltar el apoyamanos al cual mantuvo firmemente apretado entre sus dedos, hasta que alguien se percató de ello y se lo retiró de sus manos.
El resto de los empleados de la aerolínea aparecieron en el hall apenas un minuto luego del incidente, y allí permanecieron observando mi cuerpo mutilado y murmurando entre sí.
Estuve a punto de desfallecer. Honestamente no sé como logré mantenerme en pie.
Los minutos parecían horas, y supongo que eso fue lo que demoraron en presentarse en el local los especialistas que habían colaborado en mi creación.
Llegaron y limpiaron el área afectada, revisaron el resto de mi cuerpo y luego tomaron medidas comprometiéndose a restaurar mi miembro mutilado lo antes posible.
Yo ya no podía aguantar más el dolor y creo que perdí el conocimiento apenas segundos después de que el resto de mis hojas fueron trabadas (para impedir que pudiera girar en estas condiciones)
No sé cuanto tiempo estuve inconsciente pero cuando volví en mí me encontraba completa, como si jamás me hubiera sucedido nada.
Si bien mi apariencia externa era la de siempre y quienes recién me conocían no podían imaginar por lo que había atravesado, la experiencia vivida había dejado marcas muy profundas en mí.