Capítulo 30 y Epílogo

30 – Compartiendo un cuerpo

Parpadeé una, dos, tres, cuatro veces y cuando finalmente logré enfocar la vista me di cuenta que ya no me encontraba en mi antiguo emplazamiento.
No tenía idea de cuanto tiempo había pasado desde mi frustrado intento y tampoco entendía porque había dejado aquel placentero estado de calma (recién recuperaba la conciencia y ya había empezado a añorar esa armonía anterior).
Podían haber pasado solo un par de días o quizás una semana, lo cierto es que no estaba segura de nada porque había perdido la noción del tiempo transcurrido.
Luego de unos instantes me percaté de que no estaba instalada en un lugar fijo, porque mi  
mirada cambió de rumbo sin que yo lo deseara, se enfocó en otro lugar y de repente en forma inesperada me encontré dirigiéndome hacia ese lugar.
No podía salir de mi asombro y tan solo “me dejé llevar” ...
Quise mirar hacia abajo para revisar mis hojas pero mi mirada seguía fija en otra dirección y no respondía a mis órdenes.
Durante un largo rato estuve cambiando de ubicación, yendo de un lugar a otro, mirando en una y otra dirección en este nuevo local extraño para mi.
La situación me tenía desconcertada y  había comenzado a estresarme.
Cuando logré tranquilizarme me di cuenta que esta oficina tenía características similares a la que ocupaba anteriormente y deduje que me hallaba en el local de otra aerolínea.
Luego de escuchar atentamente varias conversaciones llegué a la conclusión de que estaba en el local a donde habían emigrado varios funcionarios de Varig
Realmente no lo podía creer. No terminaba de  aceptar la ironía del destino que me había llevado al lugar físico que tiempo atrás yo había definido como mi principal competidor (el único lugar que podía acabar con el “reinado” del que disfrutaba en el edificio Varig).
Para colmo de males allí reinaba una simple puerta fija blindex de doble hoja, sin gracia ni alcurnia ninguna (la situación en sí era la mayor burla del destino que me podía suceder)
Durante el transcurso de esa mañana me “crucé” con varios de los funcionarios de la aerolínea Brasileña que compartían este local con los empleados de la aerolínea de bandera.
Si bien ya había logrado ubicarme geográficamente, aún seguía totalmente despistada en lo que respecta al tema de los sorprendentes desplazamientos que estaba teniendo.
Recién casi sobre el mediodía la respuesta a este cuestionamiento se me presentó en forma de una nueva incógnita.
En uno de los incomprensibles traslados que estaba protagonizando pasé frente a un espejo lateral de la oficina y el reflejo me devolvió una imagen que me desconcertó aún más de lo que estaba hasta el momento.
El espejo me presentó la imagen de uno de los empleados de la aerolínea Brasileña  aprovechando para ajustarse el nudo de su corbata. Quise mirar en otra dirección para buscar mi imagen reflejada en el mismo, pero mi mirada seguía enfocada en las manos reelaborando ese nudo de corbata que se había aflojado.
Más desconcertada que antes pensé que como aún seguía atontada por el grave incidente  anterior, no debía tratar de elaborar ninguna conclusión al respecto ...
Durante el resto del día tuve un par de ocasiones más en las cuales me acerqué al espejo e intenté buscar mi reflejo en él, pero lo único que obtuve fue la misma imagen de ese funcionario al cual no le tenía particular simpatía ... 
Aún no tenía claro nada de lo que me estaba sucediendo; ni el motivo de los desplazamientos, ni tampoco porque cada vez que me buscaba en el reflejo del espejo solo encontraba la imagen de esa persona.
Mi desconcierto aumentó aún más al final de la jornada, cuando los clientes habían dejado la oficina y los empleados comenzaron a partir hacia sus hogares. En uno de los extraños desplazamientos me acerqué a la simplona puerta blindex de hojas fijas, tiré de ella y abría paso al mundo exterior ….
El viento mecía las copas de los árboles y supuestamente debía sentir esa brisa sobre mí, pero yo tan solo era una simple observadora. Finalmente entendí que mi papel era el de una silenciosa pasajera, sin decisión alguna y que solo me podía limitar a contemplar …
De lo que sí estaba segura era que lo que pregonaban varias religiones respecto al alma era cierto; algo de mí había logrado perdurar a mi cuerpo físico



EPÍLOGO


En forma silenciosa pasé los últimos 13 años, desapercibida, como espectadora de una película al estilo “Being John Malkovich”.
Con el tiempo aprendía a querer a esta persona que me llevaba como pasajera y que ignoraba totalmente mi presencia.
Sin que él lo supiera pasé a formar parte de su vida, a compartir su familia y gracias a él pude conocer lugares sorprendentes de los que antes solo había oído hablar.
Si bien comencé a ver el mundo a través de sus ojos yo siempre mantuve mi personalidad, mi ideología y principios, y no necesariamente compartí cada uno de sus pensamientos y frecuentes delirios
Durante todos estos años elucubré muchas teorías sobre lo que me había sucedido y una a una las fui descartando hasta quedarme tan solo con esta última hipótesis que terminé aceptando como algo cierto, concreto e irrefutable:
* En el momento de la explosión dos de mis hojas se despedazaron en cientos o de fragmentos diminutos e inmediatamente perdí la conciencia. En ese instante de alguna manera mi alma o esencia se hizo etérea, volátil, gaseosa y fue absorbida o respirada por el empleado que se acercó a auxiliar a la funcionaria que compartió el accidente conmigo.
Se preguntarán cómo pudo sobrevivir mi alma, como pudo mi conciencia compartir el cerebro con la persona que pasó a ser mi soporte físico? Muy sencillo, solo una mente inferior, un cerebro básico de primate podía ser semi-poseído por otra entidad, y yo tuve la fortuna de que quien se acercara en dicha oportunidad cumpliera con esas características.
(Hasta aquí la redacción corrió por cuenta de la puerta giratoria) ----------------------------

Muchos de ustedes dirán que todo esto no es más que un simple divague del autor que no sabía cómo darle final a la recopilación de las anécdotas.
Otros confirmarán lo que ya sospechaban; que el primate está irremediablemente loco, especialmente si se cree lo que él mismo ha escrito.
Solo unos pocos iluminados (u orates) creerán en la posibilidad de que todo esto sea cierto, y entonces se plantearán la siguiente pregunta; si fue testigo silenciosa durante tantos años, por qué la puerta se ha manifestado ahora? También se podrán preguntar por qué el primate le permite tomar control a ella y escribir todo esto, corriendo el riesgo de quedar en ridículo.
Se podrán preguntar también muchas otras cosas, y sinceramente no quiero darles yo todas las respuestas (algunas las tendrán que buscar ustedes mismos).
Lo último que puedo explicarles es que tengo conocimiento de la existencia de la puerta tan solo desde hace casi 2 años a raíz de esta situación que les copio “textual” de una anécdota anterior:

Doña Cata bajó la vista, eligió tres cartas más y las dio vuelta. Al ver las figuras en las cartas sus cejas se alzaron y su boca formó un amplio círculo en señal de asombro.
Una fracción de segundo después, con una voz lúgubre y sin dejar de mirar las cartas, me dijo: - “Ud. está poseíiiidooo”
- “¿Poseído?, pregunté yo con la voz casi quebrada, mientras sentía que los pelos de mi nuca se erizaban y que el frío en la habitación se hacía insoportable.
- “Sí, poseíiiidoooo”, repitió Doña Cata.
- “Poseído porque su mente es débil. La suya es una mente inferior, una mente a medio camino entre el animal y el hombre. Solo las mentes inferiores pueden ser poseídas”
A esa altura la anciana me había hecho pasar del escepticismo al aburrimiento, del aburrimiento a la incredulidad, de la incredulidad al miedo y por último me estaba dejando a la altura de un felpudo!
Yo siempre supe que no era brillante, pero tenía la esperanza de estar dentro del promedio, de la gente “normal”. Nunca pensé que mi idiotez se notara a simple vista pero no cabía duda alguna que la anciana lo había percibido y se quería aprovechar de mí.
- “¿Poseído?, ¿por quién?” pregunté como un bobo, dándole oportunidad a seguir hablando.
- “Por una puerta giratoria .......... que Ud. se aspiró!”, respondió Doña Cata señalándome con su huesudo dedo índice.
Sin dejar de mirar la mugre que ella tenía debajo de la uña, pensé aliviado: “Ahhhhhhh!! ahora sí” “y .... hablando de aspirar, ¿ qué carajo se habrá jalado esta vieja cuando se fue sola a la pieza de al lado?"
La anciana se paró de su silla, sin dejar de señalarme, en un gesto que yo interpreté como “hasta acá llegó lo del Tarot”.
Conducido por su voluntad me paré, y enseguida Doña Cata apoyó rápidamente su mano sobre mi espalda y comenzó a guiarme por el pasillo hacia la puerta de salida.
En mi camino hacia la calle traté de buscar mi billetera pero la anciana me empujaba hacia fuera con prisa.
– “¿Cúanto és?”, traté de decir, pero ella interrumpió y me dijo: - “El camino que le espera lo debe transitar solo, sin ayuda. Solo así encontrará lo que busca y superará la posesión”